Año del dragón, tiempos de cambio


Buenas con todos.


El año del dragón es una muestra de la extraña vecindad entre Japón y China. Digamos mejor que una vecindad típica, llena de amores y de odios, de influencias y de modificaciones.
Históricamente, China, Japón y Corea, sobre todo, se han influido mutuamente, pero cada uno se ha cuidado de darle matices para proteger y fortalecer su identidad nacional.
Evidentemente, el zodíaco chino vive en el Japón, con sus variaciones. Cuando a mediados del siglo 18 Japón asumió el calendario gregoriano determinó también que el primer día de enero rige el animal sagrado. Es decir, desde el uno de enero ya es el año del dragón (para los chinos comienza el 23 de enero).
Pero bueno, durante la historia nipona ha existido esfuerzos por hacer una adaptación “políticamente correcta” de las creencias importadas. El libro fundacional del Japón (“Kojiki, crónica de antiguos hechos de Japón”) hace dos referencias fundamentales al dragón: una negativa y otra positiva.
La negativa es una alegoría para justificar el origen divino de la familia imperial y de los shogunatos (comparables con los príncipes feudales), es decir, del sistema de gobierno.
En este pasaje, un dios delegado por la diosa mayor, la diosa del sol, Amaterasu, para pacificar el país, tiene que enfrentarse a un dragón de ocho cabezas y ocho colas. Cuando lo vence, en la punta de la cuarta cola encuentra la espada de cuatro palmos que es el símbolo del poder que otorganlos habitantes del “Altiplano del Cielo” (el cielo mismo o el olimpo occidental) a quienes viven en la tierra, es decir en Japón, que entonces se llamaba pomposamente “El País de las Espigas Frescas de los mil otoños y de los largos quinientos años que hay en la fértil planicie de los juncos”.
Luego, el siguiente dragón aparece como la encarnación mitológica de una deidad que provee sabiduría.
Ahora bien, el dragón es el único animal imaginario de los doce que conforman el horóscopo y su significado va ligado con fuerza a su nombre. Tatsu, así se los llama, palabra que tiene otros dos significados: levantarse y ascender.
Según los escritos tradicionales orientales, el año del Dragón de Agua es un año de nuevas experiencias y oportunidades, así como cambios y desastres naturales que requieren sabiduría y capacidad de adaptación.
Ello surge de la combinación entre el dragón y el agua: se temen tifones, inundaciones, marejadas. Pero como existe una permanente dualidad de conceptos, también se le asocia a lluvias benéficas para buenas cosechas.
Asociar los fenómenos de la naturaleza que provocan desastres con las creencias relacionadas con la fortuna y las artes adivinatorias parece ser más una aplicación occidental, en vista que en Europa sobre todo el dragón está asociado a la destrucción.
Lo que sí, en los templos los japoneses han pedido que se multipliquen los beneficios de pasar los siguientes doce meses al amparo del buen dragón.
En Oriente es venerado como símbolo de las fuerzas de la naturaleza y del universo. A menudo se los asocia con la sabiduría y la longevidad; en las leyendas coreanas, chinas y japonesas se les confiere poderes mágicos y energía sobrenatural positiva.
Se caracteriza por la inteligencia visionaria y el equilibrio entre la creatividad y la lógica, es decir, un balance entre las funciones de ambos hemisferios del cerebro.
En algunas culturas se les atribuye el don de la palabra y cualidades humanas. Son animales sumamente populares en juegos de mesa, literatura y videos, especialmente en juegos de roles. Entre las mangas y el ánime, dos expresiones culturales profundamente japonesas, el dragón está, siempre está; nunca deja de estar.
Los chinos le otorgan al dragón 5 bendiciones: armonía, virtud, riqueza, realización y longevidad, mientras que en Japón representa sobre todo la sabiduría y es utilizado con frecuencia como emblema de emperadores o héroes.
Se dice que los nacidos bajo el amparo del dragón son personas con mucho talento y sobresalen en las relaciones públicas.
Su aspecto físico también es algo distinto del de los dragones chinos. Por ejemplo, tienen tres garras en las patas, en vez de cuatro, y cabeza de cocodrilo, no de perro; muy pocos son alados.

Y eso, básicamente. Nos vemos pronto.

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