Yabusame: un silbido a los dioses

Este es un día especial, nos hemos encontrado para platicar y pienso robarme un rato su atención. Enseguida les cuento.

Ya. Debo decir, en primer lugar, que ya está en bastardilla porque está escritaen japonés, es la palabra que significa "flecha" (矢). Está asociada a un sonido: por la particular manera de construirlas, cuando salen disparadas del arco rumbo al blanco silban, silban para pedir bendiciones a los dioses. En ese silbido está encerrado el espíritu del yabusame.

Kamakura es una ciudad pequeña que hace mil años (meses más, meses menos) fue capital del Japón, ha mantenido la majestuosidad de las construcciones, pero retiene con porfía un aire a pueblo relajado que se aduerme entre el cielo y el mar (aquí están los detalles).
Allí está establecida la escuela Takeda de yabusame, cuya definición es difícil de rumiar porque quien lo mira desde lejos puede decir que es un deporte, pero si se acerca con un poco de curiosidad verá que más bien es rito que, como tal, tiene propósitos religiosos. O podría decir que es un rito que depende de un acción corporal, de un arte marcial. Se define arquería ecuestre, un tipo de tiro con arco que se realiza mientras el caballo galopa. Esas son las formas, el fondo es agradar a los dioses.
Los jinetes recorren al galope un corredor y deben acertar a tres blancos consecutivos para obtener las bendiciones. Antes y después existe otros ritos de iniciación y luego de reconocimiento de los mejores de la jornada, pero el objetivo es religioso, espiritual, actividad mística.
El yabusame comenzó a practicarse en el siglo XII y se ha mantenido inalterable. Se desarrolló como una técnica militar que debían usar los samurái, guerreros que defendían los sogunatos (una organización social similar a los feudos europeos).
Pero, en el XII se convirtió en un rito que ahora se repite casi sin variaciones en Kamakura y en otros lugares. El sogún Minamoto no Yorimoto organizó este arte como una práctica tanto con fines militares como religiosos. Yorimoto esperaba que este rito aumentara la fuerza mental de los guerreros y su devoción religiosa dentro de los preceptos del sintoísmo.
Jimmu, el primer Emperador del Japón
El arco y la flecha, el arma y la munición, han sido parte de la historia y de la mitología de Japón. Jimmu, el primer emperador, aparecía en público portándolas. Su uso estaba reservado a los soldados de a pie hasta que sucedió en Kamakura lo que queda dicho.
Pasó, entonces, a manos de los soldados de élite, los samurai. Es un ejercicio complejo, pero efectivo: cabalgar al galope, conducir el caballo con los tobillos y talones, estar casi parado sobre los estribos, aplacar el movimiento del caballo con las rodillas, mantener el eje de la cintura sensible y en plena carrera disparar flechas que acierten a una rendija que queda entre la armadura y el casco del samurái enemigo demanda una habilidad especial.
Nunca prosperó como técnica militar y cada vez más se hizo una práctica religiosa, un ritual que siempre estuvo ligado a los templos sintoístas: para los arqueros era imprescindible contar con las enseñanzas de la buena respiración y otras habilidades que dominan los monjes zen y que se consiguen gracias a sus enseñanzas.
El jinete, el caballo y el arma, la trilogía mística.
Tsurugakoa Hachimangu es uno de los más importantes santuarios del sintoísmo, tiene tres enormes tori (puertas) que son únicas. Y tiene, sobre todo, una callejuela de tierra que lo atraviesa y que se mantiene así porque allí hay yabusame cuando menos una vez al año.
La vía tiene la distancia reglamentaria, 255 metros. Cada 70 metros debe tener un blanco de roble de unos 8 centímetros de grosor y 45 centímetros por cada lado. Está soportado sobre una viga de bambú y detrás de sí tiene una lona como telón, pared de choque de las flechas que yerran el blanco.
Cuando todo está dispuesto, el primer jinete realiza un rápido rito con un abanico, lo lanza al aire, hinca los talones en los ijares del caballo que sale disparado. Suelta las riendas, tensa la cuerda del arco y dejar ir la flecha que sale disparada y silba, silba para pedir bendiciones a los dioses.
La flecha ha salido con rumbo al blanco, enseguida se debe preparar la siguiente.
La flecha tiene, en la punta, un bulto parecido a un nabo. Al otro extremo tienen plumas de águila o de halcón. Los materiales para los arcos son diversos, pero llama la atención que son asimétricos, se los toma del tercio inferior, de manera que el extremo de abajo no tope con el caballo y le reste movimiento; es un arma de hasta 245 centímetros de largo. Antes de lanzar las flechas, los jinetes gritan "in, yo, in, yo", que significa "claro, oscuro, claro, oscuro".
Apenas ha salido la primera flecha, el arquero toma de su cintura la segunda, la ensarta en la cuerda. Concentra sus pies para controlar la dirección de la carrera del caballo y su mente en los movimientos para hacer el siguiente lanzamiento. Segundos antes levanta los brazos con el equipo, lo baja suavemente hasta que las plumas rozan la oreja derecha y suelta el rayo, que se va a estrellar contra el blanco. Toda la carrera, todo el rito, dura veinte segundos, el alma se va en cada galope.
En temporadas determinadas se lleva a cabo el yabusame. Este no es un torneo, no es una competencia deportiva. El arquero no es un soldado. Es una persona que ha logrado un alto desarrollo espiritual a través del perfeccionamiento físico, cuando lanza una flecha en realidad está rezando a sus dioses, está tratando de agradarles.
Detalle del traje del yabusame.
El gobierno del Japón, en vista de lo importante que es para la cultura local, ha declarado que no es un deporte y ha prohibido que se cobre por la enseñanza; la difusión, entrenamiento, mantenimiento y todo lo relacionado al yabusame depende del gabinete del Primer Ministro (una instancia muy parecida a la Presidencia de la República).
La enseñanza para los extranjeros es restringida. Se necesita de años de entrenamiento para lograr acertar los tres blancos, una habilidad de la que pueden hacer gala no más de 30 japoneses.
El maestro es el responsable del desempeño de sus alumnos. Por ello, es muy severa la selección de los aspirantes y muy riguroso el entrenamiento, los grandes maestros deben proteger su prestigio a través de la buena práctica de sus alumnos.
El yabusame es considerado como una expresión cultural muy, muy japonesa y de muy alto valor identitario, por eso se la cuida.
Encontré por allí un video interesante que lo puedes reproducir aquí. Hay que verlo y, mejor aún, hay que sentirlo. Si los asistentes colaboran será posible endulzarse con el silbido que hace el ya y que va directo al cielo, a los oídos a los dioses.

Nos vemos muy pronto. 

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